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sábado, 25 de agosto de 2012

El cangrejo que mordió al tucán

Cuentan los viejos que lo vieron que antiguamente los tucanes bajaban de los árboles donde vivían para ir dando saltitos a los ríos de la selva y saciar su sed.
Al igual que ahora, el pico de los tucanes es casi tan grande como su cuerpo, que está lleno de plumas de colores con las que los habitantes shipibos se fabrican hermosos adornos para las fiestas y bailes.
Pues cuenta la leyenda que un día un tucán, que se pasaba el día cantando y tomando el sol sobre la rama de un frondoso árbol, tuvo sed y bajó, ayudándose de su pico, hasta un riachuelo que pasaba cerca.
El tucán se agachó y metió su grandísimo pico en el agua turbia del riachuelo, y en ese momento, un cangrejo que vivía bajo el agua le enganchó el pico con sus pinzas. Por más que el tucán gritó y gritó, el cangrejo no le soltó.
Y desde entonces, los tucanes ya no bajan más de las ramas de los árboles para beber agua. Cantan para atraer la lluvia y, cuando llueve, abren su enorme pico y beben agua mirando al cielo.
Por eso todos los niños shipibos saben que, cuando los tucanes cantan, pronto lloverá.

072. anonimo ( peru-amazonas-shipibo)

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