Existe en el territorio de Neuquén un cerro llamado
Domuyo. (Domu: mujer. Yo: punta) por su apariencia de mujer petrificada en
aristas cortantes. Los descendientes de los araucanos no se arriesgan a escalarlo,
y estiman que quien se atreva a hacerlo se expone a una muerte segura. Esta
leyenda parece tener alguna relación con la de Copahué , pues ''Pirépillán",
la hechicera, habitaba, según la leyenda, en el valle de Domuyo y el nombre del
Pirepillán ("Nieve del Diablo") podría atribuirse a la nieve
demoníaca del cerro maldecido...
Por boca de Guinechén o Gnechén, un machi
(hechicero) supo que en la cima del cerro Domuyo estaba encantada una joven
hermosísima, custodiada por un toro colorado y un caballo oscuro. Aquel,
encarnando un espíritu tenebroso, hacía despeñar las piedras sobre los que
intentaban acercarse, y. éste, desataba el viento y las tormentas.
La joven había ido por oro -pues en la cima hay una
mina- y había quedado encantada por los genios de la Montaña.
Enterado de la revelación, un valiente cacique ofreciose
escalar el cerro, romper el encantamiento y rescatar a la joven. Pero ni bien
puso los pies en las sagradas faldas del Domuyo, fue blanco de una lluvia de
piedras sonoras. Después, piedras enormes que formaban los flancos del cerro,
amenazaban desplomársele encima. No lo hicieron -dice la leyenda- por la
especial protección de Hualichi, a quien había invocado y Guinechén que le
había dado su asentimiento.
A cada paso arreciaban las piedras, y de pronto vio
en la altura un caballo negro, y detrás el viento y la tempestad. La nieve
y las ráfagas heladas le impedían continuar; se arrodilló y pidió a Guinechén
le ayudara. En el acto cesó el temporal y las piedras dejaron de caer. Subió
por un sendero y llegó a una laguna de aguas límpidas, donde oyó una voz que le
susurró:
-Calla y pasa...
Al volver los ojos se encontró con la hermosa joven
encantada, sentada sobre una roca de oro. Quiso tomarla del brazo para
arrancarla de manos de sus guardianes, pero en el acto apareció el toro
colorado dispuesto a embestirlo. Ante tan temible rival, optó por seguir su
camino. Todos los senderos contiguos a la laguna estaban rodeados de áureas
piedras que brillaban con cegantes resplandores... Meditó un largo rato, y
resolvió regresar, pero antes deseaba llevar un trozo de pro y alargó la mano
para recoger un fragmento. Ni bien lo hizo, una lluvia de piedras cayó sobre su
cabeza dejándole sin sentido, mientras oía a su alrededor voces que lo
maldecían y risas satánicas... Cuando despertó un anciano se le presentó y le
dijo:
-Este es el camino. Vuelve con los tuyos y no digas nada.
Si revelas el secreto de lo que has visto morirás... Pero el cacique, demasiado
valiente, reveló el secreto a su gente que decidió realizar una expedición
llevándolo por guía. No pudo ser. A los tres días el cacique murió
aconsejándoles que no intentaran llegar a la cima encantada. Y a los tres días
subsiguientes murieron todos los que iban a realizar la expedición.
Desde entonces nadie más, nunca, osó escalar el
cerro sagrado del Domuyo...
014. anonimo (araucano)
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