Un hombre bueno, viendo que una
serpiente venenosa atacaba a un oso, fue a socorrerlo y lo libró de la
serpiente.
El oso fue tan sensible a la bondad
que había demostrado el hombre con él, que le siguió por donde quiera que fue y
se hizo su esclavo fiel, protegiéndole de cualquier cosa que le molestara y
haciéndole muchos favores.
Un día, el hombre estaba durmiendo
y el oso, de acuerdo con su costumbre, estaba sentado a su lado, espantando las
moscas, sobre todo aquellas que intentaban posarse en la cara de su amo y
salvador. Las moscas se volvieron tan persistentes en sus molestias que el oso
perdió la paciencia y, agarrando la piedra más grande que pudo encontrar, se la
arrojó con la intención de matarlas, pero, desafortunadamente, las moscas
escaparon y la piedra cayó sobre la cabeza del durmiente, aplastándola.
La moraleja es: “Hay que saber ayudar a los demás con
inteligencia”.
Proverbio árabe
Proverbio árabe
006. anonimo (arabe)
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