Dos muchachos linyeras que
eran hermanos y que venían desde Rosario, al llegar a Santiago del Estero,
quisieron hacer noche en una posada donde había varios hombres.
El mayor de los linyeras
tuvo un entredicho con uno de los hombres que estaba jugando a las cartas, y
los echaron del lugar. Los jóvenes se fueron pero el hombre, al parecer entrado
en copas, acompañado por sus compañeros, los siguió y por error, dieron muerte
al más joven que no había intervenido en la disputa.
Después huyeron.
El hermano escapó y el
cuerpo quedó allí, al costado de unos rieles. Como era habitual, en el lugar
donde lo encontraron clavaron una cruz. La mujer que lo encontró se ocupó,
ayudada por sus hijos, de construir un pequeño nicho en el lugar, para poner
velas. Empezó a visitar el lugar y a hacerle pedidos al alma del linyerita
muerto. De boca en boca fue corriendo la noticia de los milagros que hacía.
La gente de lugares más
lejanos empezó a llegar allí y como ofrenda por los favores recibidos dejaban
prendas y zapatitos de niños.
015. anonimo (argentina-santa fe)
No hay comentarios:
Publicar un comentario