Esta leyenda corresponde a la tradición del Diluvio
entre los araucanos. Los cerros Tren Tren y Can Can, considerados milagrosos,
se encuentran según los indígenas de esa raza, en el territorio de Río Negro
sobre la parte sur de Puerto Blest.
Hace muchísimos siglos las cataratas del leufú
(cielo) se abrieron de un modo arrollador. Las aguas empezaron a inundar las
tierras de Arauco con empuje incontenible y arrasaron en su furia bravía todo
vestigio de vida. Guinechén (su Dios) previno el peligro a la nación, que
presintiendo la catástrofe, obedeciendo a su Buen Espíritu, se refugió en un
cerro alto llamado Tren Tren. En otro cerro, llamado Can Can, se refugiaron
todos los representantes de la fauna.
Dice la tradición que el furor de las aguas era tal,
que en rugiente crecida se acercaba a la cúspide de los cerros. Pero Guinechén,
pese a las maquinaciones de Guecufú (el Demonio), impidió que llegaran a la
cima elevando los cerros a medida que las aguas subían.
Después de largas lunas de angustioso asedio las
aguas comenzaron a bajar lentamente, y la nación quedó a salvo, gracias a la
protección de Guinechén.
Aun hoy, los indios de la Cordillera guardan
profunda veneración a los cerros Tren Tren y Can Can, que se elevan imponentes
en el macizo andino, como si aún quisieran proteger a la raza que salvaron del
Diluvio…
0.014.3 anonimo (araucano),
Futaleufú: Mar. Río Grande
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