Un día cada tantos años, Dios baja a la tierra y la
recorre en compañía de San Juan y San Pedro, haciéndose pasar, todos ellos, por
mendigos.
En una de estas ocasiones, los tres viajeros llegaron
a la casa de un anciano que vivía en medio del bosque. El anciano amaba tanto a
su hija que le daba pena pensar que algún día podría enamorarse y abandonar
el hogar. Por eso se había retirado con ella a un lugar tan apartado de todo,
que nadie hasta ese momento había llegado a encontrarlo.
El anciano y su hija eran felices y tenían una vida tranquila Su único problema, al que enfrentaban con dignidad, era su profunda
pobreza. A pesar de esto, el anciano abrió las puertas a los tres viajeros con
alegría, preparando una cena con la única gallina que poseía.
Dios y sus dos acompañantes estaban asombrados por la
bondad del anciano, y decidieron premiarlo.
-Has demostrado ser muy rico de corazón, a pesar de
tus pocas pertenencias -le dijeron. Es por esto que queremos premiarte. Tu
hija es hermosa e inocente y la quieres tanto que sueñas con tenerla a tu lado
para siempre. Pues bien, nosotros la haremos inmortal, y te prometemos que
nunca desaparecerá de la tierra.
Y Dios la convirtió entonces en la yerba mate. Desde
aquel momento la yerba mate existe, y por mucho que se la corte, vuelve siempre
a brotar.
Fuente: Azarmedia-Costard
0.037.3 anonimo (guarani) - 020
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