Érase una vez un granjero que se empeñaba en negar
todo lo sobrenatural. Cierta Nochebuena, cerca de la medianoche, se fue al establo
a tumbarse junto a sus bueyes: quería demostrar que era falsa la idea de que
éstos hablaban cada Nochebuena a medianoche.
Sin embargo, para su sorpresa, al sonar las doce
campanadas uno de los bueyes se puso a conversar con el otro:
-Me da pena nuestro amo. Pensar que dentro de poco
llevaremos su ataúd al cementerio...
-Yo también lo siento -dijo el otro buey.
Es un poco bruto, pero es un buen amo.
El granjero, atónito, se dijo que aquellosanimales no
le llevarían al camposanto, y alotro día los vendió para deshacerse de ellos.
Mas ocurrió que llegó a la comarca una epidemia que
terminó con todas las reses menos con aquel par de bueyes. El granjero también
enfermó y, al poco, murió. Y como no quedaban más bestias de tiro, ellos dos fueron
los encargados de tirar del carro que llevaba el ataúd del incrédulo hombre hasta
el cementerio.
0.999.3 anonimo leyendas -
No hay comentarios:
Publicar un comentario