Translate

jueves, 22 de agosto de 2013

La peregrina

-¿Dónde va la romerita
tan sola por esta tierra?
-A Santiago de Galicia
voy cumplir una promesa.
ROMANCE TRADICIONAL

-Hace muchos, muchos, muchos años -decía el abuelo a su nieta, había en Castilla un rey. Puedes creer, hija, que era un rey poderoso: tenía su castillo con sus almenas; sus guardias con sus lanzas; y sus establos con sus caballos. Pero este rey que te digo tenía una pena, y era que no tenía esposa. Durante muchos años estuvo buscando una jovencita amable, dulce y hermosa, pero las damas que encontraba eran ásperas, crudas y feas como el alma del diablo. El caso es que con ninguna se sentía complacido, y pasaba las noches en vela porque... ¡claro! Mira tú un rey sin reina y sin príncipe, ¿quién iba a heredar el castillo y el trono?
»El caso es que un día que estaba paseando en los alrededores de su fortaleza, el rey vio venir por el camino a una romerita. Era la muchacha más preciosa que había visto jamás, y se enamoró de ella en cuanto la vio. Cuando la joven peregrina llegó hasta la fuente, el rey la saludó con gran cortesía y le ofreció un poco de agua. La viajera le sonrió con ojos brillantes y agradeció su interés.
»Tan ensimismado estaba el rey con la belleza de la romerita que apenas podía decir nada, pero al fin, armándose de valor, le preguntó dónde iba y cuál era la razón de su peregrinaje. La muchacha contestó que iba a Santiago de Compostela, a visitar al Apóstol. El rey no dejó pasar la oportunidad y ofreció a la muchacha su palacio: "Ven a comer a mi mesa" le decía; "en mi castillo podrás descansar y más adelante continuarás tu viaje, que Santiago no ha de moverse de donde está".
»Esta proposición tan vulgar molestó mucho a la romerita, porque era una ofensa al Apóstol. Y más: que la viajera supo entonces que las ideas del rey estaban en otro lugar, y que no quería que descansara, sino que le hiciera compañía y que entraran en amores. De modo que, un tanto irritada, la romera contestó: "Yo se lo agradezco, buen rey, como si fuera mi hermano, pero he de cumplir mi promesa". Y continuó su camino.
»El rey volvió a su palacio furioso. No comprendía que una muchacha pobre, aunque hermosa, despreciara la mesa de un monarca por un camino lleno de peligros y molestias, aunque éste fuese el mismísimo Camino de Santiago. Apartó su plato y expulsó de su presencia a todos los lacayos que le atendían. Sólo permitió que un paje suyo, muy querido, permaneciera en la estancia. El paje, como muchacho discreto, preguntó al rey cuál era la causa de su enojo. "Ved a esa moza que va por el camino" dijo el monarca. "Pues no ha querido comer en mi mesa. ¿No soy yo el rey? ¿No se me ha de complacer en todo?" El paje afirmó que así debía de ser y pidió licencia para ir tras la muchacha y demandarle que hiciera lo que el rey había pedido: que subiera al castillo y comiera con él.
»Corrió el paje tras la romerita y la encontró bajo un árbol, peinándose el cabello, que era rubio como el oro. "El rey manda que vengáis a palacio" dijo el paje. "Sabed", continuó, "que mi señor es el amo de estas tierras y manda sobre todos sus vasallos, y por tanto habéis de obedecerle". La romerita miró al paje con enojo y le contestó del siguiente modo: "Decidle al buen rey que si él es rey de sus vasallos, yo lo soy de los cielos y de la tierra".
»Entonces, una nube se abrió en el cielo y se pudo oír una terrible voz que dijo:

Mal año para los hombres
y el fado que Dios le diera,
que se quieren namorar
n 'a bendita Madalena.

»El paje se hincó de rodillas, aterrorizado por la profunda voz que había herido los aires y comprendió que Dios mismo protegía a aquella romerita: "Si sois señora del cielo y de la tierra, romerita, rogad a Dios por mí".
»La peregrina tomó su bordón, su calabaza y su capa aguadera y siguió su camino, no sin antes prometer al paje que, en efecto, él y toda su descendencia estaría bendecida por el Señor.
-¿Y la peregrina era María Magdalena, abuelo? -preguntó la niña.
-Sí.
-¿Y qué hacía María Magdalena en Castilla, abuelo?
-Pues hija, a punto fijo... no lo sé. Pero dicen que la Magdalena no tuvo una juventud muy piadosa y que anduvo enredada en muchos amoríos... Y cuando Jesús murió, estuvo llorando amargamente y se arrepintió mucho de su vida pasada, ¿sabes? También he oído que estuvo por esos caminos vestida de peregrina en penitencia por los pecados que había cometido. Por eso se dice que "No está la Magdalena para tafetanes": los tafetanes son las sedas y los vestidos de fiesta. Es de suponer que el rey dio con la Magdalena cuando ésta andaba en peregrinación y que la mujer ya no tenía muchas ganas de amores y cortesías.
-¡Ah! -respondió la nieta, admirada por la sagacidad de su abue-lo.»                                                

Fuente: Jose Calles Vales

0.003.3 anonimo (españa) - 018

No hay comentarios:

Publicar un comentario