Se dice que San Andrés estaba triste. La razón, según
cuentan, tenía un punto de envidia y otro punto de compasión. Al parecer, San
Andrés había observado que de todos los lugares del mundo venían a Galicia los
peregrinos. Estos, fuese cual fuese su patria, no dudaban en echarse a los
caminos y en hacerse a la mar con el único fin de visitar la tumba de Santiago.
Los peregrinos sorteaban grandes dificultades, peligros, enfermedades, asaltos
de bandidos... no importaba: lo principal era seguir el Camino Francés que
viene desde el monasterio de Cluny, el Camino Inglés, más corto, y que partía
en La Coruña ,
el Camino Portugués o la Ruta
de la Plata. Todo
por abrazar al Apóstol y ganarse el perdón de los pecados.
No es que San Andrés le tuviera ojeriza a su
condiscípulo Santiago, es que no hallaba razón para que éste tuviera tantos
devotos y él, ninguno. El santuario de San Andrés se encuentra un poco a
trasmano, en el cabo norte de Galicia, llamado Ortegal. Nótese también que el
acceso era muy penoso y que a San Andrés de Teixido se llega de muy malas
maneras, tras subir cuestas empinadas y pedregosas y tras bajar molestos
barrancos.
El caso es que a San Andrés de Teixido no iba nadie,
mientras que Santiago de Compostela bullía en contento, algarabía y piedad
devota. Estaba en estas meditaciones San Andrés cuando, a la revuelta de un
camino, se le apareció Nuestro Señor Jesucristo.
-¿Por qué andas triste y desconsolado, Andrés? -le
preguntó.
-Maestro, tengo una gran amargura: que a Compostela
van todos los peregrinos del mundo y a mi santuario no viene nadie. Y esto ha
de señalar, por fuerza, que algún pecado he cometido y que no me amaste tanto
como a Santiago, y por esta razón mi santuario está vacío.
Dicen que Jesús sintió lástima de su discípulo Andrés
y tomándolo del brazo le dijo:
-Yo te digo, Andrés, que no fuiste menos que Santiago
y que tanto te amé a ti como a él. Y te prometo que nadie ha de entrar en el
Reino de los Cielos sin pasar antes por tu santuario. Y quien no haga esta
peregrinación en vida, la hará en la muerte.
Por esta razón dicen los gallegos que
a San
Andrés de Teixido
vai de
morto o que non vai de vivo.
Y así es, en efecto. Muchas gentes, sobre todo en
Galicia, no faltan a esta promesa que Jesús le hizo a San Andrés y, a pesar de
los muchos inconvenientes que tiene el camino, acuden a San Andrés de Teixido
para evitar la peregrinación tras la muerte. Muchos devotos cargan con piedras
durante toda la caminata y las depositan en los llamados milladoiros, tal y como se hace en otros tantos lugares santos.
Tanto como dura el camino, los viajeros han de tener cuidado con las
serpientes, los sapos, los lagartos y otras alimañas propias de aquellas
tierras: se dice que en esos animales están encarnadas las almas de los que no
quisieron peregrinar en vida a San Andrés y, por tanto, deben hacerlo en
muerte, convertidos en esos animales repugnantes.
En fin, peregrino, recuerda las palabras del Santo y
no olvides que a San Andrés de Teixido va de muerto el que no va de vivo.
Fuente:
Jose Calles Vales - 018
0.105.3 anonimo (galicia) - 018
No hay comentarios:
Publicar un comentario