Cuenta esta leyenda que, en el antiguo reino de
Cataluña, durante el transcurso del siglo IX, un terrible dragón se había
instalado en una cueva en la altísima montaña llamada San Lorenzo de Munt,
ubicada muy próxima al pueblo de Terrasa (también llamado Tarrasa).
La bestia gustaba de devorar vivo a todo aquel que se
atrevía a pasar cerca de su hábitat, y tenía una especial predilección por los
cristianos, a quienes parecía odiar con toda la fuerza de su espíritu bestial.
Muchas lenguas decían que aquel dragón había sido
traído por los sarracenos desde su lejana tierra y que lo utilizaban para
custodiar un inmenso tesoro en el que se acumulaban las piedras preciosas y
todos los objetos de valor que les habían sido sustraídos a riquísimos
cristianos en plena invasión árabe.
Otras lenguas decían que los moros lo habían dejado
simplemente para atormentar a las pobres gentes que vivían en ese lugar y de
esa forma gozar con su sufrimiento.
Lo cierto era que el dragón constituía una realidad y
que naclie podía andar tranquilo por esas tierras. En un principio no se
alejaba de su cueva, pues atacaba y devoraba sólo a aquellos que se atrevían a
acercársele. Pero a medida que menos gente fue transitando por ese lugar tan
peligroso, empezó a salir a la caza de cualquier peregrino que anduviera
desprevenido.
Muchos valientes caballeros habían cabalgado con su
lanza en ristre contra aquella monstruosa criatura, pero habían sido devorados
en el noble intento.
Las gentes del pueblo estaban desesperadas y ya no
sabían qué hacer, salvo orar a Dios.
Pero llegó un día en que apareció de los cielos un
gallardo caballero vestido completamente de luz. Su caballo era blanco como
las nubes más blancas, su armadura resplandecía como la más brillante de las
luces y el penacho de su casco era blanco como la nieve pura.
El luminoso caballero se detuvo frente a la cueva y
con voz estridente provocó a la maléfica bestia, que no tardó en salir y en
aceptar el reto.
El dragón era una cosa terrible de ver pues su aspecto
infundía pánico en el corazón del más valiente. En cuanto asomó de su cueva,
la repugnante criatura lanzó un aullido y largó una potente llamarada desde
sus fauces de aguzados colmillos.
El caballero esquivó el fuego y por un rato se
mantuvieron los dos inmóviles y mirándose el uno al otro. El dragón le clavaba
sus ojos fieros y el caballero se mantenía digno y sereno sin demostrar un
ápice de miedo a pesar de que sentía cómo esa mirada terrible parecía
atravesarle la armadura.
De pronto, el dragón comenzó a rugir nuevamente pero
el caballero luminoso no se amedrentó y, arrancando de cuajo un árbol
(algunas personas dicen que éste árbol era un roble), lo partió sobre la
cabeza cornuda del dragón y lo dejó atontado por unos momentos.
La bestia había sido sorprendida, pero pronto se
repuso y volvió al ataque.
Fue entonces cuando el luminoso caballero dio la
vuelta y se alejó volando, ante los ojos desesperados de las personas que, de
lejos, seguían atentamente la increíble lucha.
Pero cuando todos pensaban que el salvador venido de
los cielos se marchaba para siempre y los abandonaba dejándolos con sus
esperanzas partidas en miles de pedazos, incluso cuando el maléfico dragón ya
daba por ganada la contienda, el caballero luminoso dio la vuelta en el aire,
siempre montado en su caballo y empuñando sa lanza, y se abalanzó a gran
velocidad contra la bestia.
El dragón se preparó para darle un mordisco mortal y
abrió sus gigantescas fauces (de la cual emergía un olor pestilente por los
restos descompuestos en sus entrañas de los cristianos que había ido
devorando).
Pero el caballero luminoso fue más rápido y ensartó al
dragón. La bestia aulló como nunca antes lo había hecho y toda la tierra
tembló.
Entonces el caballero y su mágico caballo arrastraron
al dragón por los aires, mientras éste se retorcía aún ensartado por aquella
certeza lanza.
Y aquellos que fueron testigos de tan increíble hazaña
vieron cómo los tres iban subiendo velozmente hacia el cielo, para luego
perderse entre las nubes y desaparecer para siempre.
0.103.3 anonimo (cataluña) - 016
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