El rey birkabeyn, de dinamarca, estaba próximo a
morir. No sufría por abandonar este mundo, sino por dejar huérfanos a su hijo
Havelok y a sus dos hijas. Antes de expirar, el buen rey llamó al conde
Godardo y le dijo:
-¡Oh Godardo! Mis hijos van a quedar huérfanos y
desamparados... Te suplico que cuando yo muera, los acojas como hijos tuyos,
y como a tales los críes.
El conde Godardo prometió al rey hacer lo que le
pedía.
Murió el rey, y su pérdida causó gran dolor al pueblo.
Godardo, llevado de la codicia por el trono, apenas se hubieron celebrado las
exequias del rey, mandó matar a las dos niñas y ordenó que se entregase Havelok
al pescador Grimm, quien debía ahogar al pequeño, y recibir en pago de su
crimen una rica recompensa y la libertad, pues era siervo de Godardo.
El pescador cogió al pequeño y le llevó a su choza
pensando llevarle con él a la mañana siguiente en su barca y arrojarle en alta
mar. Durante la noche la mujer del pescador advirtió que de la boca del
muchacho brotaba una luz prodigiosa, que envolvía su cabeza como una
maravillosa aureola. Despertó a su marido y le contó lo que pasaba. Después,
desnudaron al niño y descubrieron en su hombro derecho una «señal real».
Comprendieron que el niño era el príncipe y le rindieron homenaje, pidiéndole
perdón también por el crimen que iban a cometer con él. Pero Grimm temía la ira
del conde Godardo y determinó huir con los suyos y con Havelok a Inglaterra.
Por la mañana temprano aparejó la barca, y, poniendo en ella todo lo que
buenamente pudo recoger de su triste y pobre morada, izó la vela y puso rumbo
hacia Inglaterra.
Grimm llegó a las costas británicas y desembarcó en el
lugar que aún hoy se llama Grimsby. Allí construyó una choza y se dedicó a su
oficio, en el que ya le ayudaba Havelok. Pescaban y vendían su mercancía en
Linclon. Pero aquel año hubo gran escasez y hambre, y Havelok se vio forzado a
colocarse como pinche en el palacio de Godrich de Cornualles. Éste era un
noble señor, quien, a la muerte del rey Athelwood de Inglaterra, había recibido
un encargo parecido al de Godardo: es decir, el cuidado de velar por la hija
única del rey, la hermosa Goldborough, y de darle por esposo, cuando llegase a
la edad oportuna, al hombre mejor, más valiente y más hermoso que se encontrara.
Havelok se colocó, pues, como pinche en la cocina del
palacio. Pronto fue apreciado por los cocineros y por las gentes que rondaban
por allí. Un día, Havelok quiso tomar parte en unos juegos populares en que
corrían caballeros y siervos. Se trataba de un concurso de lanzamiento de
piedras: muchos se burlaron del muchacho, que quería competir con los más
forzudos lanzadores del país. Pero ante el asombro de todos fue Havelok quien
lanzó las piedras más pesadas a más dístancia.
Esto fue objeto de animados comentarios. Godrich oyó
algunos de los más sabrosos, y preguntó de quién se trataba.
-Es un pinche de cocina, que en el concurso de
lanzamiento de piedras ha vencido a los más fuertes y más diestros de todo el
país -le contestaron.
Entonces Godrich meditó un plan para deshacerse de
Goldborough. Mandó llamar a Havelok y a la princesa, y a la fuerza los obligó
a que contrajeran matrimonio. De esta manera pensaba que ya la princesa no
podría reinar, por haber tomado por esposo a un siervo.
Durante la noche, Goldborough descubrió la aureola de
luz que salía de la boca de Havelok, y en el hombro del muchacho vio una cruz
de rojo cobrizo : la señal real. En aquel momento oyó también la señal de un
ángel que le anunciaba que Havelok reinaría alguna vez sobre Dinamarca y sobre
Inglaterra.
Al día siguiente los jóvenes volvieron a la choza de
Grimm. Con gran sentimiento supieron que el buen pescador había muerto. Sólo
estaban sus hijos. Con ellos embarcaron Havelok y su esposa, rumbo a Dinamarca.
Cuando arribaron a la costa danesa, Havelok envió uno
de los hijos de Grimm al conde Ubbe, poderoso señor. El hijo del pescador fue
al palacio del conde y le transmitió el siguiente mensaje:
«Havelok, hijo del rey, ha regresado de Inglaterra
para librar a su reino de la tiranía de Godardo.»
El conde Ubbe tuvo gran alegría, pues era leal a la
memoria del rey, y preparó a sus hombres. Envió a decir a Havelok que estaba a
su servicio como vasallo y que esperaba que se pusiera al frente de las
mesnadas para luchar contra el traidor.
Havelok fue al palacio de Ubbe, le abrazó, y le dio
las gracias por su lealtad y su valor; luego se armó y se puso al frente de
los guerreros. Se dirigieron ambos al palacio de Godardo, y, tras un reñido
combate, le vencieron. Havelok condenó al traidor a la pena de muerte. Después
de esto Havelok fue coronado rey.
Pero aún había que hacer justicia a Goldborough, su
esposa, y devolverle el reino. Cuatro años más tarde, Havelok armó un
poderoso ejército. Embarcó estas fuerzas en grandes naves, rumbo a Inglaterra.
Desembarcaron, y en la primera batalla las tropas de Godrich fueron vencidas y
éste fue hecho prisionero y condenado a arder vivo en una hoguera.
Más tarde, Havelok, esposo de Goldborough, fue
consagrado en Londres como rey, y así fue rey de Inglaterra y de Dinamarca.
Vivió muchos años en compañía de la hermosa Goldborough. Tuvieron quince hijos,
y todos ellos fueron reyes y reinas.
Fuente:
Antonio Urrutia
0.079.3 anonimo (vikingo) - 015
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