Cuentan que Khosró, el rey de Persia, era un verdadero
adicto al pescado. Un día, sentado en la terraza de su palacio, acompañado por
su hermosa esposa, Shirin, recibió a
un pescador que les llevaba como regalo un enorme pescado. El rey, maravillado
por el presente, ordenó que le dieran al pescador cuatro mil derhames. Al marcharse el pescador, la
bella Shirin le dijo a su esposo:
-No es conveniente pagar
tanto dinero por un solo pescado. A partir de ahora, quien te traiga un obsequio
tomará como punto de referencia ese precio y no podrás complacerles a todos.
El rey respondió:
-Bueno, ya es historia
pasada.
-Claro que existe una
solución -contestó Shirin. Puedes hacerle venir de nuevo y preguntarle por el
sexo del pescado; si te dice que es hembra, le dices que lo que querías era un
macho y al revés.
Khosró, que era incapaz de
resistirse a las exigencias de su hermosa mujer, así lo hizo. Cuando llegó el
pescador, le preguntó:
-Aquel pescado que nos
trajiste, ¿Era hembra o macho?
-¡Oh, Majestad! -contestó
el ingenioso pescador: ¡Ese pescado era hermafrodita!
El rey, al oír tan
ingeniosa respuesta, se echó a reír y gratificó al pescador con ocho mil
derhames.
0.084.3 anonimo (persia) - 013
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