Un día, Molá Nasreddín le pidió a su vecino sus
ollas para cocinar, porque iba a dar una fiesta. Al día siguiente, al
devolvérselas, agregó una pequeña olla.
El vecino, sorprendido,
preguntó:
-¿Qué es esta ollita?
-Una de tus ollas anoche
parió y ha traído al mundo esta pequeña olla -contestó Molá Nasreddín. Y como soy una persona honesta, te la doy, puesto
que la olla madre es tuya.
El vecino, contento por
haber sacado provecho de sus pucheros, le dio las gracias a Molá y le dijo que cuando los necesitara
no dudara en volver a pedírselos.
Nasreddín le tomó la palabra y
unos días después llamó a la puerta de su amable vecino para pedirle las
ollas. Pasaron unos días y Nasreddín
no se las devolvía. Entonces, el vecino decidió ir personalmente a
recuperarlas.
-Lo siento -dijo Nasreddín. Tus ollas están muertas.
-¿Te estas burlando de
mí? ¿Desde cuando las ollas pueden morir?
-Pues si una olla puede
parir, también puede morir, ¿O no?
0.084.3 anonimo (persia) - 013
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