Poco a poco, a través de los tiempos, el viejo mito de
la Güestia ha
ido borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella en los fastos
mitológicos, en las páginas de antiguas crónicas, en las aldeas apartadas o en
los labios de las añosas abuelas que intentan asustar a sus inquietos nietos,
diciéndoles: «¡ahí viene la
Gües-tia ...!».
Para los vecinos de Libardón, municipalidad de
Colunga, Griselda , la de Fano, era
una costurera excepcional; al decir de nuestro comunicante, «como nunca tal
otra se vio». De toda la vecindad le llovían los encargos y a todos procuraba
contentar. Cosía por aquellos días en una casa del Eslabayo, apartado barrio
de la parroquia, ya en las estribaciones del altivo Sueve. Se le hizo tarde y,
contra lo que era costumbre, no había en casa varón que la pudiera acompañar
hasta Fano.
Apenas se apartaba de la última casa de la quintana,
cuando vio unas luces verdosas que avanzaban por el camino de herradura hacia
la cría.
-Ha de ser el viático -pensó; voy a correr para abrirle
la portilla.
Se acercaba la comitiva; con aquella luz se mezclaban
extrañas voces, lamentos y « misereres» que le llegaban al cuerpo como un
cuchillo pcnctrantc. Empezó a notar que no conocía a nadie; tampoco venía el
párroco con el Sacramento, ni entendía palabra de lo que rezaban. Mas de
pronto... ¿No es aquél Xuanón de Juaca, que murió el año pasado? ¿Y aquélla...?
bien se parece a Balbina la del Cotaxu, que va hace dos años que la
enterraron...
El susto se le metió en el cuerpo. Cuando estaba a
punto de estremecerse, una blanca figura y pálido rostro. cuya piel tensa v
apergaminada querían romperle los huesos de la calavera, se le acercó
diciéndole:
-Soy tu tío Pedro. ¿No me reconoces? ¿Cómo estáis todos?
Toma...
Y le puso una vela en la mano. Griselda ,
que no había acertado a pronunciar palabra, bañada en un sudor frío, se fijó en
la vela y, al mirarla, entre luz y sombra, dio un grito de horror. Lo que tenía
en la mano era un hueso humano llameante.
Cuando los vecinos del Eslabayo llegaron al lugar
donde yacía la costurera, sólo pudieron oírle:
-¡Era la
Güestia ! ¡Era la Güestia...![2].
Pero..., la
Güestia se va porque los niños de hoy no se espantan con los
fantasmas del pasado y se encaran muchas veces con las realidades del presente.
Leyenda mitologica
0.100.3 anonimo (asturias) - 010
[1] Cfr. CABAL, C., o.c., pp.
100-144; CASTAÑÓN, L., Supersticiones y
creencias de Asturias, Salinas, 1976, pp. 54-56; JOVE Y BRAVO, A., Mitos y supersticiones de Asturias,
Oviedo 1903, pp. 54-56; LLANO, A., o.c., pp. 66-69.
[2] Comunicación de Ramón Cortés
Carús, de Libardón, en 12 de abril de 1971. Aunque con algunas variantes,
recogen la leyenda: GARCIA DE DIEGO, V., o.r., p. 316, y LLANO, A., n.c., p.
72. A este tema se refiere el opúsculo siguiente: Don Nuño de Rondaliegos. Aquí se contienen unas cien assonadas coplas
que fizzo Johan Menendez Pidal, natural de las Asturias de Oviedo y en la qual
es relatado de como el buen cavallero D. Nuño de Rondaliegos se topo con la
uestia... El encuentro en cuestión tiene este tenor:
«...Por
entr'una angosta vía
d'álamos et
robredales,
luenga
hilera de pantasmas
que unos en
pos d’otros vane;
todos
llevan blancos cirios,
e visten
blanco sayale;
todos
vienen silenciosos.
todos andan
de vagare...».
Otra curiosa narración puede verse en nuestra obra
Costumbres asturianas. León 1982, p. 178.
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