Translate

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El origen de las xanas

Quedan muy lejos los días en que, en la región asturiana, surgieron las xanas. Ya habían muerto los primeros reyes de Asturias y por el año de 783, al subir al trono Maurega­to, el bastardo hijo de Alfonso I[1], ante el temor de verse atacado por los moros, tuvo un momento de debilidad. En el deseo de que sus vasallos viviesen tranquilos, para garan­tizar su estabilidad en el trono concertó un tributo de cien doncellas al año al rey moro de Córdoba, que éste entrega­ría como esposas a sus mejores guerreros.
Ya habían llegado a Oviedo los encargados de recaudar aquel oneroso tributo. Las gentes, atribuladas, con el llanto en el corazón, impetraban a Dios ayudas. Al pasar por una quintana, cobijada a la sombra del altivo Naranco, tropeza­ron los moros con una bellísima joven a la que pretenden prender como preciado rehén.
Jimena, que así se llamaba, era una dulce joven que ser­vía diligentemente a sus ancianos padres y que vivía agita­da por una sola pasión: un invencible deseo de bailar que la dominaba de tal manera que, cuando caminaba por los si­nuosos senderos del Naranco, sus pasos eran más bien una dulce danza que un andar tranquilo.
La linda muchacha les dijo que no tenía ningún inconve­niente en acompañarlos, que gustosa marcharía con ellos, pero que antes le gustaría ejecutar algunos pasos de baile en un bosque cercano, donde nace la Fuente de la Ilusión. Incautos aceptaron los soldados la invitación de Jimena, y todos se fueron al robledal donde tenía su nacimiento la cantarina fuente.
Mas, al llegar a ella, la joven introdujo su mano en el agua y, con voz poderosa, gritó:
-¡Madre, váleme!
Del pequeño remanso que formaban las aguas en el pra­do surgió una anciana de muy bellas facciones que ordenó a los guerreros:
-¡Soldados, convertíos en mansos corderos que comen la hierba!
Así sucedió. Los guerreros moros se transformaron en corderos.
Al ver que no retornaban los soldados, ni había noticias de las cien doncellas que habían de ser entregadas al califa de Córdoba, poniéndose en lo peor y temiendo represalias, el propio rey Mauregato se puso en camino para averiguar lo sucedido.
En su peregrinar llegó una tarde a la quintana del Na­ranco, donde vivía la bella Jimena. El rey preguntó a la joven:
-Dime, ¿qué sabes de los soldados?
Jimena, señalando unos corderos que pastaban en cerca­no praderío, respondióle:
-Ahí están, rey.
Turbado por el acontecimiento, el rey preguntó a la joven sobre la manera de romper el encanto, a lo que informó que tan pronto como escindiera el concierto de las cien donce­llas con los moros, volverían a tomar su forma de personas. El rey lo juró y se deshizo el sortilegio.
Mas el mezquino monarca no cumplió su palabra, por lo que, sigue afirmando la tradición, la doncella tuvo que pa­gar su tributo convirtiéndose en xana de la Fuente de la Ilusión[2].

Leyenda mitologica

0.100.3 anonimo (asturias) - 010



[1] Según la tradición asturiana, Siselda, la madre de Mauregato, había vivido en la torre de Campo de Caso; cfr. BELLMUNT, O., y CANE­LLA, F., Asturias, T. III, Gijón 1900, p. 238: CABAL, C., Diccionario fol­klórico de Asturias. T. V, Oviedo 1958, p. 261.
[2] Como habrá advertido el lector, es una nueva versión del tributo de las cien doncellas. Nos propor­cionó la leyenda Constantino Cabal, el gran etnólogo asturiano, el 21 de mayo de 1963.

No hay comentarios:

Publicar un comentario