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miércoles, 19 de diciembre de 2012

El lago enol

No había en los Picos de Europa valle más hermoso que el de Enol. Allí habían edificado sus casas los pastores.
Una tarde otoñal el cielo se tornó oscuro y siniestro. Ape­nas tuvieron tiempo los pastores de recoger en los establos algunas vacas y ovejas cuando, con terribles truenos, se de­sencadenó la tempestad.
Ya entrada la noche, habíanse reunido los pastores en una casa al amor de la lumbre y conversaban alegremente. Arreciaba la lluvia. Tímidamente, alguien llamó a la puer­ta.
-¿Quién va? -preguntó un pastor.
-Me he perdido en el monte y tengo miedo -contestó una niña, empapada en agua y temblando de frío; pido, por Dios, hospedaje para esta noche.
Burlándose de su temor, la echaron de allí los pastores con groseros improperios.
De todas las puertas y de todas las casas en que la mu­chacha tentó suertes la arrojaron con las mismas palabras de desprecio y de mortificación. Empezaban a flaquearle las fuerzas cuando, en lo alto del poblado, alcanzó a ver una humilde cabaña iluminada por suavísima luz. Con mayor timidez, la niña tornó a decir:
-Me he perdido en el monte y tengo miedo...
Desde el interior, en muy suave tono de voz, le dijeron:
-¡Pasad, pasad...!
En el interior, una pastorcilla, postrada de rodillas, supli­caba a una tosca imagen de Santa María para que calmara la tormenta. Acogió a la extraviada con cariño, cambióle las ropas y ofrecióle pan y leche; rendidas por el sueño las dos se acostaron en el camastro.
Despertaron con la amanecida. Al salir de la cabaña hu­bieron de hacerse violencia para creer el espectáculo que a sus ojos ofrecía la majada: un extenso lago sobre el cual bogaban pálidas nubes iluminadas por los primeros rayos del sol. Ni rastro de vida en su entorno.
Lloró la niña y las lágrimas, al caer, se convertían en margaritas. Al fin, como por encanto, la peregrina desapa­reció.
Comprendió entonces la pastorcilla que había pasado la noche en compañía de la Santísima Virgen[1].

Leyenda naturalista

0.100.3 anonimo (asturias) - 010


[1] Nuestras apuntaciones de campo tienen data de 19 de julio de 1962; fue gran interlocutor don Abelardo García Tomás, excelente conocedor de la zona. La leyenda, como ya dejamos apuntado en la introducción, es constante, desde Francia a Portugal, en todo el norte: sobre su extensión y características, cfr. CABAL, C., Cova-donga, Madrid 1918, pp. 175-176.

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