No había en los Picos de Europa valle más hermoso que
el de Enol. Allí habían edificado sus casas los pastores.
Una tarde otoñal el cielo se tornó oscuro y siniestro.
Apenas tuvieron tiempo los pastores de recoger en los establos algunas vacas y
ovejas cuando, con terribles truenos, se desencadenó la tempestad.
Ya entrada la noche, habíanse reunido los pastores en
una casa al amor de la lumbre y conversaban alegremente. Arreciaba la lluvia.
Tímidamente, alguien llamó a la puerta.
-¿Quién va? -preguntó un pastor.
-Me he perdido en el monte y tengo miedo -contestó una
niña, empapada en agua y temblando de frío; pido, por Dios, hospedaje para esta
noche.
Burlándose de su temor, la echaron de allí los pastores
con groseros improperios.
De todas las puertas y de todas las casas en que la muchacha
tentó suertes la arrojaron con las mismas palabras de desprecio y de
mortificación. Empezaban a flaquearle las fuerzas cuando, en lo alto del
poblado, alcanzó a ver una humilde cabaña iluminada por suavísima luz. Con
mayor timidez, la niña tornó a decir:
-Me he perdido en el monte y tengo miedo...
Desde el interior, en muy suave tono de voz, le
dijeron:
-¡Pasad, pasad...!
En el interior, una pastorcilla, postrada de rodillas,
suplicaba a una tosca imagen de Santa María para que calmara la tormenta.
Acogió a la extraviada con cariño, cambióle las ropas y ofrecióle pan y leche;
rendidas por el sueño las dos se acostaron en el camastro.
Despertaron con la amanecida. Al salir de la cabaña hubieron
de hacerse violencia para creer el espectáculo que a sus ojos ofrecía la
majada: un extenso lago sobre el cual bogaban pálidas nubes iluminadas por los
primeros rayos del sol. Ni rastro de vida en su entorno.
Lloró la niña y las lágrimas, al caer, se convertían
en margaritas. Al fin, como por encanto, la peregrina desapareció.
Comprendió entonces la pastorcilla que había pasado la
noche en compañía de la Santísima Virgen[1].
Leyenda naturalista
0.100.3 anonimo (asturias) - 010
[1] Nuestras apuntaciones de
campo tienen data de 19 de julio de 1962; fue gran interlocutor don Abelardo
García Tomás, excelente conocedor de la zona. La leyenda, como ya dejamos
apuntado en la introducción, es constante, desde Francia a Portugal, en todo el
norte: sobre su extensión y características, cfr. CABAL, C., Cova-donga, Madrid 1918, pp. 175-176.
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