Al este de la capital de
Méjico hay dos volcanes que siempre están cubiertos de nieve. Se llaman
Popocatépetl e lxtaccíhuatl. De vez en cuando Popo es activo y echa humo, pero
lxy es quieta y pasiva.
Dicen que hace muchos
siglos un emperador azteca que tenía una hija muy buena y hermosa llamada
lxtaccíhuatl recibió noticias de que sus enemigos estaban preparando un ataque
contra su pueblo. Llamó a sus jóvenes guerreros y les dijo:
‑Como soy muy viejo, ya
no puedo pelear. Nombren al guerrero más valiente para que sirva de jefe de
nuestro ejército. Si él puede vencer a nuestro enemigo y devolver la paz a
nuestra tierra, le daré mi trono y la mano de mi hija.
‑iPopo! iPopo! ‑todos
gritaron, menos uno‑. iPopo es el más valiente y el más fuerte! Él debe ser
nuestro jefe ‑repitieron todos, menos uno.
‑Muy bien Popocatépeti,
desde ahora tú eres el jefe ‑dijo el emperador‑. Sé que nuestros dioses te van
a apoyar y te ayudarán a salir victorioso.
Pero entre los guerreros
había uno que le tenía envidia a Popo y no dijo nada de lo que pensaba.
Mientras tanto, Popo se
fue al jardín para saludar a la princesa.
‑Volveré pronto, querida
princesa. Entonces nos casaremos.
Emocionada, la princesa
contestó:
‑Sí, te esperaré.
¿Estarás siempre a mi lado? ‑le preguntó.
‑Voy a estar a tu lado
para siempre ‑contestó el joven jefe.
Con esta despedida, Popo
salió para la guerra larga y cruel.
Después de cruentos
enfrentamientos, los aztecas vencieron. Mientras preparaban su regreso, el
guerrero celoso de Popo salió primero. Corrió sin parar y llegó dos días antes
que los demás.
Al llegar anunció que
Popo había muerto en batalla y que ahora él era el nuevo héroe. Por eso, le
correspondía el imperio y la mano de la princesa.
Pero la princesa estaba
tan triste con la noticia que se quería morir. El viejo emperador creyó que el
guerrero decía la verdad.
Al día siguiente hubo una
gran fiesta para celebrar la boda entre la princesa y el guerrero celoso.
Momentos antes de la
ceremonia, la princesa gritó:
‑¡Ay, mi pobre
Popocatépeti!
Y cayó muerta al suelo.
En ese mismo instante
llegaban los guerreros victoriosos al frente de Popo.
‑Hemos vencido. Ahora la
princesa y yo nos podremos casar.
Hubo un gran silencio.
Todos miraron en dirección a la princesa. Al ver a su prometida muerta, la tomó
en sus brazos y dijo:
‑Te lo prometí, hasta el
fin de¡ mundo voy a estar a tu lado, mi princesa.
Y diciendo esto, el jefe
valiente llevó el cuerpo de la princesa a las montañas más altas. La puso en
una cama de flores y se sentó a su lado.
Pasaron los días.
Popo sigue velando al
lado de su novia lxy mientras duerme, y cuando llora por su amor perdido todo
tiembla.
Fuente: María Luísa Miretti
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