Cuentan los abuelos que
sus abuelos les contaron que, antiguamente, el sol, la luna y los animales
eran gente y vivían todos juntos. El cielo y la tierra estaban unidos por una
soga y, un día que el sol se enfadó, decidió subirse al cielo trepando por la
soga.
Cuando estuvo arriba, le
gustó mucho la vista que tenía, pero se sentía solo y, por eso, empezó a llamar
a sus amigos para que le acompañaran. Al primero que invitó fue a Onkiro, el
que hoy es ratón, pero este le contestó:
-No puedo porque me
duelen los dientes.
La verdad es que Onkiro
estaba mintiendo. Lo que sucedía es que en ese mismo momento tenía la boca
llena de comida, porque en ella guardaba trozos de yuca, maíz, zapallo[i],
camote y otras verduras que ahora comen los amuesha. Onkiro tenía miedo de no
tener suficiente comida.
El sol le dijo entonces:
-Bueno, entonces quédate,
pero cuando se te haya pasado el dolor, subes por la soga.
Pero Onkiro no le hizo
caso y, en lugar de subir por la soga, empezóa preparar un terreno para sembrar
todo lo que había escondido en su boca. Cortó los árboles, amontonó las ramas y
les prendió fuego. Luego sembró el maíz, la yuca, el zapallo y el camote.
Entretanto, el humo del fuego subió hasta el sol, y este se dio cuenta de que
Onkiro le había engañado. Como castigo, le transformó en ratón y le dejó dos
grandes dientes en el centro de la boca. Dicen nuestros abuelos que por eso
viene el ratón a los cultivos cada noche y se lleva el maíz, la yuca, el
zapallo y el camote, porque en verdad le pertenecen, ya que fue quien primero
los sembró.
El sol invitó también a
Tontori, el que hoy es puercoespín. Pero Tontori no era capaz de subir por la
soga, pues se caía a cada rato debido a que iba muy cargado de flechas. Cada
vez que una flecha se le enredaba con la soga, se le clavaba en el cuerpo. Al
ver esto, el sol se enfadó y le dijo:
-Como no puedes caminar
rápidamente, te quedarás en tierra y serás un animal con todo el cuerpo
cubierto de espinas, como si fueran flechas.
Y por eso vemos hoy al
puercoespín por la selva lleno de flechas puntiagudas.
Y cuentan los viejos que
algo parecido sucedió también con Ho, que hoy conocemos como perezoso. Ho era
tan, pero tan lento en todos sus movimientos que el sol se enojó y le dijo:
-Tú quédate también en la
tierra, pues nunca conseguirás llegar. No hay tiempo para esperarte.
Y por esta razón, Ho se
convirtió en ese animal de la selva que anda muy despacio, y todos le conocen
como perezoso. Trepa con dificultad a los árboles y, para bajar, se deja caer
al suelo hecho una bola.
Y esto es lo que me
contaron los abuelos.
0.072.3 anonimo (peru-amazonas-amuesha) - 040
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