Cuentan los indios de la Gran Sabana que hace
mucho tiempo existía un águila llamada Mochimá que cogía a los indios, se los
llevaba a un cerro y allí los comía. Era un ave tan grande que sus alas eran
como las hojas de los plátanos.
Cuentan también los indios que, en una ocasión, un
niño comenzó a llorar, y la madre, para callarlo, le dijo:
-¡Cuidado, que viene Mochimá y te llevará!
Pero el niño seguía berreando, y la madre, para
asustarlo más, lo sacó de la casa y dijo:
-¡Mochimá, ven a por este muchacho!
Y apenas dijo esto, cuando sintieron un viento muy
fuerte como de huracán que no era otra cosa que el batir de alas de Mochimá.
Sin que nadie pudiera reaccionar, cogió al niño con
una de sus garras y desapareció con él.
Mochimá aparecía cada vez con más frecuencia a
llevarse niños y adultos, y por eso, uno de los indios pensó un día en darle
caza. Afiló una de sus hachas y esperó escondido a que Mochimá apareciera.
Cuando finalmente apareció el águila, batió repetidas
veces sus alas y enfiló hacia donde estaba el indio, al que agarró y llevó por
los aires.
Lo transportó hasta el cerro, pero, antes de
devorarlo, se puso a limpiarse. Mientras lo hacía, el indio le dio unos
hachazos en las alas. Malherida, se fue volando a otro cerro, donde, con ellas
rotas, murió.
Donde cayeron sus plumas, brotó una planta, que es con
la que los indios fabrican desde entonces las cerbatanas.
0.073.3 anonimo (la gran sabana, venezuela) - 040
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