Cuentan que una vez
salieron cinco cocamas, todos ellos brujos, a buscar alguna laguna para pescar
paiches. El paiche es el más grande de los peces amazónicos, y su carne es muy
sabrosa. Caminaron mucho tiempo por el interior de la selva, hasta que
encontraron una enorme laguna de aguas oscuras con varias islas flotantes.
Cuando estaban
preparándose para pescar, sintieron de repente un fuerte temblor, como si
alguien desde abajo estuviera moviendo la tierra. Los cocamas, depués de
reponerse del susto, dijeron:
-Sin duda hay una boa en
el fondo de esta laguna y quiere devorarnos. Si no, ¿qué motivo hay para que la
tierra se mueva? Y ¿cómo se habrá enterado de que hemos llegado?
De pronto cantó un
papagayo, y su grito resonó por toda la selva. Inmediatamente, comenzó un nuevo
temblor. Parecía que la tierra iba a venirse abajo. Los cocamas miraron con
atención y descubrieron al papagayo en lo alto de una palmera que estaba en
medio de la laguna.
Un cocama dijo:
-¡Ahí está el papagayo
que avisa a la boa!
Y se fumó entonces unas
hojas de tabaco para brujos, se desnudó y se lanzó a las aguas negras,
diciendo:
-Voy a ver qué animal hay
por ahí abajo.
Los demás se quedaron, y
el tiempo pasaba, pasaba, y el cocama no salía a la superficie. Cansados de
esperar, hicieron un plan para buscar al cocama desaparecido. Fumaron tabaco
para brujos, se soplaron el humo por el cuerpo para darse valor y protegerse, y
se lanzaron al agua. Bucearon hasta el fondo buscando a su compañero, pero solo
vieron una boa muy grande y muy brava.
Salieron afuera y
decidieron intentar hacerse amigos del reptil, que era una enorme anaconda. Se
sumergieron de nuevo y, al ver que la boa seguía siendo muy agresiva, salieron
y dijeron:
-Tenemos que matar a esa
boa, pues seguro que es la misma que se ha comido a nuestro amigo.
Se sumergieron por
tercera vez y trataban de herirla, pero su piel era tan dura que no podían
hacerle nada, hasta que uno de ellos encontró el vientre y la hirió
mortalmente. Después, los cocamas nadaron rápidamente a la orilla, que ya se
estaba poniendo de color roja debido a la sangre que perdía la boa.
Como ya era de noche,
caminaron alejándose de la laguna y se acostaron a la orilla de un riachuelo de
aguas rojas, pero ninguno consiguió dormir y, a la mañana siguiente, regresaron
a la laguna para ver si la boa había muerto. Al llegar se dieron cuenta, con
gran sorpresa, de que la laguna, que era tan grande como un mar, ahora estaba
como un río seco lleno de arena fina. Lo recorrieron hasta encontrar a la
gigantesca boa, que atravesaba el río de orilla a orilla. Estaba muerta. Los
cocamas se alegraron de que la boa hubiera muerto, pero regresaron a sus casas
con pena por haber perdido a un compañero.
Pasó algún tiempo hasta
que los brujos regresaron al lugar donde estaba la laguna y había muerto la
boa. En aquel sitio observaron que había nacido una planta desconocida para
ellos. Era el camote, un tubérculo parecido a la batata o patata dulce, que
inmediatamente recogieron y se llevaron a sus casas. Después de cocinarlo, lo
comieron, y les pareció de lo más sabroso.
Desde entonces, a los
cocamas nunca les faltan camotes en sus terrenos cultivados, y así se explican
la manera en que apareció este alimento. Las mujeres preparan con él una bebida
deliciosa que se llama masato, que es
parecida a la que se prepara con yuca, pero de sabor más fuerte.
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