Hace cientos de miles de años, cuando aún el
hombre no había aparecido sobre la faz de la tierra, un Sol viejo le dijo a un
Sol joven:
-Bajemos a la tierra para comer miel.
-Me gustaría mucho -dijo el Sol joven; pero me
duele mucho una pierna y no podré, por ello, subir a ningún árbol.
-Yo subiré -dijo el Sol viejo.
Los dos Soles, una vez en la tierra, buscaron
por el bosque hasta dar con un árbol en el que había un rico panal.
-Yo te echaré desde lo alto parte del panal
-dijo el Sol viejo mientras empezaba a trepar por el árbol.
En cuanto llegó a la rama en donde se hallaba
el panal, comenzó el Sol viejo a libar el rico néctar.
El Sol joven, desde abajo, reclamó su parte.
-Abre la boca -le dijo el Sol viejo desde lo
alto del árbol.
Obedeció el Sol joven. El Sol viejo, entonces,
le arrojó un trozo de panal en el que no había nada de miel; aquello no era más
que una masa de cera, lo que provocó las protestas del Sol joven.
-Yo he comido eso mismo -mintió el Sol viejo.
Enojado, comenzó el Sol joven a modelar con
aquella cera las figuras de varios animales. Una vez hechas, las puso alrededor
del árbol del panal y al punto aquellos pequeños animales de cera tuvieron vida
y movimiento.
Pero empezaron a roer el tronco del árbol, la
tierra que lo sustentaba, y hasta sus raíces, de modo y manera que el gran
árbol comenzó a resquebrajarse. El Sol viejo, que continuaba allí arriba
hartándose de miel, no se dio cuenta del hecho.
-¡Prepárate a cambiar de existencia! -le gritó
desde abajo el Sol joven.
-¡Parece que el árbol se va a caer! -gritó
entonces el Sol viejo, lleno de miedo al tener conciencia de lo que acontecía.
Pronto cayó a tierra el gran árbol, y en
cuanto se estrelló contra el suelo, desapareció el Sol viejo. En el lugar en
donde cayera apareció, cual por arte de magia, una manada de cerdos que fueron
los primeros padres de los que hoy conocemos.
Dicen las gentes que su carne es rica y jugosa
porque nacieron del Sol que se comiera toda la miel que había en aquel árbol.
0.063.3 anonimo (mexico) -023
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