Se cuenta en Papúa que el rocío, esas gotas que vemos
todas las mañanas sobre las hojas de los árboles, en el pasto, sobre las
piedras, son las lágrimas de las estrellas. Pero no son lágrimas de pena, ni de
emoción. ¡Son lágrimas de rabia! Hace mucho, mucho tiempo, antes de que
existieran los hombres sobre la tierra, las estrellas discutieron con la arena.
-Los granos de arena somos más que las estrellas -dijo
la arena, muy orgullosa. ¡Muchos más!
-No es verdad -dijeron las estrellas. Y podemos
probarlo. Vamos a contarnos. Las estrellas nos contaremos a nosotras mismas y
la arena contará cuántos granos la componen.
-Tengo una idea mejor -dijo la arena. Para que la
competición sea más justa, yo contaré las estrellas y ustedes contarán mis
granos.
Y así lo hicieron. La arena fue la primera. Le llevó
mucho tiempo, pero después de contar y contar, terminó por saber exactamente el
número de las estrellas.
En cambio cuando les tocó el turno de contar a las
estrellas, se encontraron con un grave problema. ¡Los granos de arena eran
tantos que ni siquiera se podían contar! Las estrellas podían llegar a calcular
cuántos eran todos los que se veían en la superficie, pero por debajo la arena
seguía y seguía. ¡Era infinita!
Las estrellas se dieron cuenta de que la arena había
ganado. Y desde entonces lloran todas las noches esas lágrimas de rabia y de
vergüenza que la gente llama rocío.
0.140.3 anonimo (papuasia) - 059
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