En todos los países del mundo los conejos son
asustadizos y a nadie se le ocurre que se van a preocupar por eso. Pero los
indios sioux fueron un pueblo guerrero, para ellos no había más honor que el del
coraje. Por lo tanto, en el mundo sioux, la nación conejo estaba completamente
abatida, porque todas las demás naciones de la tierra la superaban en la guerra. Era un
terrible deshonor.
No se puede decir que los conejos fueran un mal
ejército, considerando que obedecían sin chistar las órdenes de su jefe. Una de
las órdenes era que al acercarse el enemigo, es decir, cualquier otro animal,
tenían que imitar el ejemplo de su conductor.
El gran jefe, que era tan conejo como todos los demás,
en cuanto veía a alguien de la nación oso, de la nación zorro o de la nación
coyote salía corriendo y se escondía en su madriguera hasta que el forastero se
alejara. Y lo mismo hacían todos los demás conejos. Los pobres eran tan
cobardes que hasta el canto de un grillo los hacía salir corriendo, porque
podía ser el aviso de que algo más grande y más feroz se aproximaba.
Un día decidieron reunirse en asamblea para discutir
este problema que los afectaba tan gravemente. Entonces el gran brujo de la
nación conejo habló así:
-Compañeros, somos una vergüenza para nosotros mismos
y para el mundo. ¿De qué sirve un pueblo incapaz de defenderse? No hay una sola
nación que nos tema. Debemos ir todos al gran lago y ahogarnos allí. Solo así
nuestros guerreros podrán recuperar su honor.
Y todos estuvieron tristemente de acuerdo. Hacia el
lago se encaminaron, entonces, muy apenados, cantando canciones de muerte. A
medida que se acercaban, decididos a arrojarse a las aguas, comenzaron a
escuchar un violento chapoteo. Mirando con atención, se dieron cuenta de que
todas las ranas de la orilla, asustadas al ver acercarse a semejante cantidad
de conejos, estaban saltando al lago.
-¡Un momento! -gritó entonces el hombre de medicina
(o, mejor dicho, el conejo de medicina), justo cuando el primer guerrero estaba
por zambullirse sin esperanzas. ¡Por fin encontramos a alguien que nos teme!
¡Es la nación rana! Hemos recuperado nuestro orgullo. Ya no tenemos por qué
ahogarnos.
Y gracias a las ranas miedosas existen hoy conejos en
el mundo, porque sin ellas, todos se habrían suicidado en el lago y la raza de
los conejos se hubiera extinguido para siempre.
0.175.3 anonimo (sioux) - 059
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