Todos los días, Cangrejo llegaba a la vera del río y
preguntaba:
-¿Cuándo iré al lago Palaná?
Al no escuchar nada, él mismo respondía:
-¡Ah, el lago Palaná queda muy lejos!...
Cangrejo quería ver el mar, el lago Palaná, como
decían los indios. Para estos, que habitaban tierra adentro y solo conocían
ríos y lagos, el mar era también un lago, un lago grande.
Cangrejo permanecía horas y horas mirando correr el
río. Cierta vez dijo:
El río corre
hacia el lago Palaná; por lo menos, puedo mandar mis ojos para que vean cómo
es.
Inmediatamente ordenó:
¡Id, mis ojos,
id hasta el lago Palaná! ¡Vamos, vamos, vamos, vamos!
En el mismo instante los ojos del Cangrejo partieron.
Cangrejo no veía nada cerca, solo veía el mar.
¡Ah, mis ojos
se fueron! Voy a llamarlos de vuelta, rápido.
Entonces dijo:
¡Venid, ojos
míos, de la orilla del lago Palaná! ¡Ja, ja, ja, ja!
Los ojos estaban llegando, estaban llegando... En
este momento llegó también jaguar y, oyendo la voz de Cangrejo, quedó al
acecho:
Los ojos de Cangrejo llegaron. Cangrejo veía todo:
-¡Ah, mis ojos volvieron del lago Palaná! Ahora los
mandaré de nuevo. ¡Id, ojos míos, otra vez!
Apenas cangrejo habló, jaguar dio un salto detrás de
él, y para asustarlo roncó:
-iEh!...
Cangrejo, que en ese instante solo veía el mar, se
llevó un gran susto.
Seguidamente, jaguar le preguntó:
-¿Qué estabas diciendo ahí, cuñado?
Cangrejo, que tenía sus ojos contemplando el mar,
contestó:
Pues sí... Como yo no puedo ir al lago Palaná, que
está tan lejos, mando a mis ojos que vayan y vuelvan. Es un juego...
Jaguar quedó intrigado.
-¿Cómo es eso, cuñado? Nunca oí contar algo así...
¡Quiero ver cómo es!
En ese instante los ojos de Cangrejo, que estaban en
el mar, vieron un gran pez que nadaba en su dirección. Cangrejo, entonces, dijo
a jaguar:
-Aimolá-pódole, el padre del pez Traíra[i],
quiere tragar mis ojos.
Mas jaguar insistió:
-¡Yo quiero ver cómo es!
Cangrejo no quería charla. Quería hacer regresar sus
ojos:
-Venid, ojos, de la orilla del lago Palaná. ¡Ja, ja,
ja, ja!
Los ojos de Cangrejo volvieron, pero jaguar deseaba
ver cómo los ojos partían hacia el mar:
-¡Quiero ver más! ¡Mandad vuestros ojos, cuñado!
Cangrejo mandó:
-¡Id, ojos míos, a la orilla del lago Palaná! ¡Vamos,
vamos, vamos!
Los ojos de Cangrejo partieron. Cangrejo preguntó a
jaguar si había visto cómo era. Jaguar pidió a Cangrejo que llamase a los ojos
de vuelta.
Cangrejo llamó:
-¡Venid, ojos míos, de la orilla del lago Palaná !
¡Ja, ja, ja, ja !
En el mismo instante volvieron los ojos. Jaguar estaba
entusias-mado.
-¡Ahora, mandad mis ojos, cuñado!
Cangrejo no quería mandar los ojos de Jaguar. Tal vez
no diese resultado. Y le respondió:
-No es bueno mandarlos ahora; el padre del pez Traíra
está allí cerca.
Jaguar no quería saber nada, e insistió:
-¡Quiero que mandéis mis ojos ahora mismo!
Cangrejo le recomendó estarse quieto, y ordenó:
-¡Id a la orilla del lago Palaná, ojos de mi cuñado!
¡Vamos, vamos, vamos, vamos !
Los ojos de jaguar partieron. Jaguar no veía nada.
Pidió a Cangrejo que hiciera volver a sus ojos.
-¡Venid de la orilla del lago Palaná, ojos de mi cuñado
!¡Ja, ja, ja, ja!
Los ojos de jaguar volvieron. Jaguar elogió mucho la
hazaña de Cangrejo.
-¡Muy bien, cuñado! ¡Mandad mis ojos otra vez!
Cangrejo no quería. Repitió que el padre del pez
Traíra estaba cerca y que era peligroso. Jaguar insistió en que mandase sus
ojos una vez más. Decía:
-iMandadlos, cuñado! ¡Solo una vez más!
Cangrejo envió de nuevo los ojos de Jaguar:
-iId a la orilla del lago Palaná, ojos de mi cuñado! ¡Vamos,
vamos, vamos, vamos!
Los ojos de jaguar partieron. El padre del pez Traíra,
que andaba por allí cerca, tomó los ojos y los engulló. Jaguar no veía nada.
Quedó ciego.
Gritaba:
-¡Llamad a mis ojos, cuñado!
Cangrejo llamó a los ojos de jaguar:
-¡Volad de la orilla del lago Palaná, ojos de mi
cuñado! ¡Ja, ja, ja, ja!
Pero los ojos no vinieron. Cangrejo llamó otra vez.
¡Nada! Ni señal de los ojos de jaguar. El padre del pez Traíra se los había
tragado. Cangrejo le dijo a jaguar:
-¿Visteis, cuñado? Bien que os avisé. El padre del pez
Traíra se comió vuestros ojos.
Jaguar se indignó porque sus ojos no volvían. Dijo a
Cangrejo:
-¡Ahora os voy a comer a vos! ¡Vos no debisteis mandar
mis ojos!¡Estoy ciego!
Jaguar se irguió para agarrar a Cangrejo, pero este
saltó al agua y se escondió bajo el tallo de una hoja de palmera que estaba
inclinada sobre el río.
Jaguar buscó a Cangrejo; mas como estaba ciego, no
podía verlo. Agarró pedazos de piedra y de palos pensando que fuesen Cangrejo.
Este, al esconderse bajo el tallo de la palmera, quedó con el tallo pegado a su
costado, formándose así la coraza que hasta ahora tiene.
Habiendo escapado Cangrejo de la venganza de jaguar,
se alejó.
Jaguar, sin ojos, sin saber hacia dónde ir, fue
caminando por los matorrales. Después de andar algún tiempo encontró a Gavilán
Real, que le preguntó:
-¿Qué hacéis por aquí, cuñado?
Jaguar le respondió:
No hago nada.
Cangrejo mandó mis ojos al lago Palaná y el padre del pez Traíra se los tragó.
¿Podríais ponerme otros ojos en lugar de los que perdí?
Gavilán Real le respondió:
-Voy a ver. Quedaos ahí, no salgáis del lugar. Iré a
buscar leche del árbol yatay.
Gavilán Real partió en busca de leche del árbol yatay. Pero no regresaba. Jaguar esperó,
esperó. Pensaba que Gavilán no volvería más.
Por fin, Gavilán Real volvió, diciendo que le había
costado mucho trabajo conseguir la leche del árbol yatay.
Mientras calentaba la leche, pidió a jaguar que se
reclinase en el suelo.
-¡Quedaos quieto! Si queréis tener ojos de nuevo,
aguantad el calor! No os mováis ni digáis ¡ay!
Hablando así, Gavilán Real vertió la leche de yatay, hirviendo, en la órbita derecha.
Jaguar no se movió ni dijo ¡ay!
Gavilán Real derramó el resto de la leche en la órbita
izquierda. Después, con un ramito, extrajo leche de un arbusto que los indios
Taulipangs llaman kaikusézimpi. Era
leche para lavar los ojos de jaguar. Los lavó con esa leche y jaguar quedó con
los ojos claros y hermosos.
Movió los ojos de aquí para allá, hacia todos los
lados. Veía todo, de cerca y de lejos. Agradeció a Gavilán Real. Este le dijo:
-Ahora, a cambio de los ojos, matad un tapir para que
yo pueda comer.
Jaguar fue a cazar y regresó con un tapir, que entregó
a Gavilán Real.
-Aquí está el tapir que me pedisteis a cambio de los
ojos que me disteis.
-Bien, de ahora en adelante, ya sabéis, Jaguar: por
haberos dado nuevos ojos, me daréis de comer. Siempre que cacéis un venado o
un tapir, me daréis una parte. ¡No os olvidéis !
Desde entonces, jaguar caza para dar de comer a
Gavilán Real.
En cambio, tiene los ojos claros y hermosos. ¡Y hasta
ve en la oscuridad, de noche! ¡Lo ve todo!
0.020. anonimo (brasil) - 010
[i] Pez de unos sesenta centímetros de largo. En esta leyenda, los
indígenas del interior del país, que conocen solamente los peces de agua
dulce, lo hacen vivir en el mar, pero el pez traíra vive en las aguas
tranquilas y posee la facultad, cuando el agua se seca, de enterrarse en el
lodo y esperar a que lleguen las lluvias. Es carnívoro y se alimenta de otros
peces.
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