Translate

jueves, 20 de diciembre de 2012

Las tres vírgenes

Parecidos derroteros recorre la leyenda por el concejo de Colunga; en el Puerto de Sueve, a ciento cincuenta metros del Requexu, en los límites con Piloña, se halla el Paso de la Virgen, y es creencia de las gentes de Libardón que por allí pasó la Virgen camino de Covadonga.
El pueblo de la Isla esperaba. El sino, el sino de todos los pueblos del litoral asturiano fue siempre esperar. El hábito de aguardar les ató los nervios, les trocó silenciosos y les agudizó la mirada robada por el horizonte. Unido, silencio­so, inactivo y angustioso, de espaldas al pueblo y con el rostro en la turbulencia de las aguas, el pueblo de la Isla acechaba la galerna. Alguien levantó la voz:
-¡Agora se funde! ¡Agora se estrella contra les peñes! ¡Virgen Santísima, sálvalos!
La silueta del velamen se perdió con la interrogación mu­da del mar. A la amanecida, el mar se calmó y las Vírgenes, que eran tres, desembarcaron en la Isla, cerca del lugar hoy llamado del Pastón.
Una de ellas, tan pronto pisó tierra, dijo:
-Yo quédome 'n esta playa, porque a la mar quiero ver­la, oírla y combatirla.
Es la que veneramos hoy bajo la advocación de Nuestra Señora de la Velilla.
Emprendieron camino las otras dos; a la entrada de Co­lunga, dijo la segunda:
«A la mar non quiero verla nin combatirla, pero quiero oírla, y como desde aquí se oye, aquí me quedo.» Quien así hablaba era Nuestra Señora de Loreto[1].
La última aún siguió un pequeño trecho y fue a encontrar para siempre cobijo en la Riera de Colunga:
«Esti sitiu e buenu pa min, porque yo a la mar non quie­ro oírla, nin verla, nin combatirla.»
Todo esto, amigo lector, sucedió hace muchos años. En la creencia de las gentes del oriente de Asturias, antes de que Cangas de Onís ostentara el pomposo título de capital del pequeño territorio asturiano, y Covadonga, escenario de la primera victoria sobre los árabes, fuera considerada como Altar Mayor de España[2].

Leyenda marinera

0.100.3 anonimo (asturias) - 010



[1] Según Amador Juesas, de grata recordanza, el año de 1633 llegó a la villa de Colunga un caballero veneciano, llamado José del Onio, que traía consigo una imagen de María, réplica de la que se veneraba en la Santa Casa de Loreto, en Italia. La tradición colunguesa ofrece dos versiones: según unos, el caballero veneciano colocó la imagen bajo las ramas de un frondoso castaño; según otros, la depositó en una ermita sita en las inme­diaciones del árbol centenario; JUESAS LATORRE, A., Santuarios célebres. La Virgen de Loreto, en C, núm. 242, Covadonga 1932, pp. 348-349. FER­NÁNDEZ ÁLVAREZ, F., La Virgen en el Principado de Asturias, Oviedo 1982, p. 97: «A mediados del siglo XVII naufragó a causa de una galerna, frente al acantilado de Huerres y en términos de San Juan de Duz, un marinero italiano llamado José María Misso...»
[2] LLANO, A., Las tres Vírgenes, en C, núm. 50, Covadonga 1924, pp. 54-55; MARTÍNEZ, E., art. r., pp. 799-800.

No hay comentarios:

Publicar un comentario