Parecidos derroteros recorre la leyenda por el concejo
de Colunga; en el Puerto de Sueve, a ciento cincuenta metros del Requexu, en
los límites con Piloña, se halla el Paso de la Virgen , y es creencia de
las gentes de Libardón que por allí pasó la Virgen camino de Covadonga.
El pueblo de la Isla esperaba. El sino, el sino de todos los
pueblos del litoral asturiano fue siempre esperar. El hábito de aguardar les
ató los nervios, les trocó silenciosos y les agudizó la mirada robada por el
horizonte. Unido, silencioso, inactivo y angustioso, de espaldas al pueblo y
con el rostro en la turbulencia de las aguas, el pueblo de la Isla acechaba la galerna.
Alguien levantó la voz:
-¡Agora se funde! ¡Agora se estrella contra les peñes!
¡Virgen Santísima, sálvalos!
La silueta del velamen se perdió con la interrogación
muda del mar. A la amanecida, el mar se calmó y las Vírgenes, que eran tres,
desembarcaron en la Isla ,
cerca del lugar hoy llamado del Pastón.
Una de ellas, tan pronto pisó tierra, dijo:
-Yo quédome 'n esta playa, porque a la mar quiero verla,
oírla y combatirla.
Es la que veneramos hoy bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Velilla.
Emprendieron camino las otras dos; a la entrada de Colunga,
dijo la segunda:
«A la mar non quiero verla nin combatirla, pero quiero
oírla, y como desde aquí se oye, aquí me quedo.» Quien así hablaba era Nuestra
Señora de Loreto[1].
La última aún siguió un pequeño trecho y fue a
encontrar para siempre cobijo en la
Riera de Colunga:
«Esti sitiu e buenu pa min, porque yo a la mar non
quiero oírla, nin verla, nin combatirla.»
Todo esto, amigo lector, sucedió hace muchos años. En
la creencia de las gentes del oriente de Asturias, antes de que Cangas de Onís
ostentara el pomposo título de capital del pequeño territorio asturiano, y
Covadonga, escenario de la primera victoria sobre los árabes, fuera considerada
como Altar Mayor de España[2].
Leyenda marinera
0.100.3 anonimo (asturias) - 010
[1] Según Amador Juesas, de
grata recordanza, el año de 1633 llegó a la villa de Colunga un caballero
veneciano, llamado José del Onio, que traía consigo una imagen de María,
réplica de la que se veneraba en la Santa Casa de Loreto, en Italia. La tradición
colunguesa ofrece dos versiones: según unos, el caballero veneciano colocó la
imagen bajo las ramas de un frondoso castaño; según otros, la depositó en una
ermita sita en las inmediaciones del árbol centenario; JUESAS LATORRE, A., Santuarios célebres. La Virgen de Loreto, en C,
núm. 242, Covadonga 1932, pp. 348-349. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, F., La Virgen en el Principado de Asturias, Oviedo
1982, p. 97: «A mediados del siglo XVII naufragó a causa de una galerna, frente
al acantilado de Huerres y en términos de San Juan de Duz, un marinero italiano
llamado José María Misso...»
[2] LLANO, A., Las tres Vírgenes, en C, núm. 50,
Covadonga 1924, pp. 54-55; MARTÍNEZ, E., art. r., pp. 799-800.
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