En las entrañas de las fuentes se esconden, como si
temiesen emerger de su arcano de paz, curiosas historias que el paso de los
años dejó atadas a sus remansadas aguas. Refiérense a nuberos, a xanas, a
cuélebres, a brujas y a encantamientos que, para solaz de pequeños y grandes,
al calor del lar, cuentan las abuelas en las melancólicas atardecidas de
invierno.
La que relatamos a continuación es una de estas narraciones
recogidas a la luz de la lumbre en una lejana noche de diciembre.
Era una mañana de San Juan, cuando el sol estallaba en
el horizonte y el cielo se esponjaba en un azul intenso. Hallábase un pastor
de las majadas de Caso sentado a la puerta de su cabaña, cuando vio venir a
una muchacha en dirección a la fuente de Xirús. Quedóse el pastor prendado de
su belleza y observó cómo se sentaba junto a la fuente.
Tentado en su curiosidad, acercóse al manantial y
trabó conversación con ella. Al poco tiempo le dice la moza:
-Tú podrías desencantarme; si lo haces, te regalo un
rebaño de vacas muy grande.
-Si es que puedo -respondió el pastor- lo haré con
mucho gusto; tú me dirás lo que habré de hacer...
-Las vacas que te ofrezco van a salir por el ojo de la
fuente, y a cada una habrás de decirle:
-¡San Antonio te guarde!
Habrás de poner mucha atención, ya que si pasa alguna
sin que le digas la fórmula yo desaparezco y tú lo habrás perdido todo.
Y comenzaron a salir las vacas; el pastor iba
diciendo:
-¡San Antonio te guarde! ¡San Antonio te guarde...!
Pasaba el tiempo y la hilera de vacas iba en aumento;
ya ocupaba el larguísimo trecho que media entre la fuente y el Collau de la
lllostayera, cuando el pastor empieza a sentir cansancio; los ojos se le
nublaban por momentos y las vacas salían a la carrera. Pasó una sin recibir la
salutación, y en aquel mismo instante moza y vacas se esfumaron.
Refieren las gentes de la comarca que el apuesto
pastor perdió para siempre el sosiego. Muy de tarde en tarde rompía su mutismo
para cantar:
«Desde la
fuente de Xirús
al Collau la Moslayera ,
perdí yo
tres mil ducados
y una
hermosa doncella».
Y dejaba caer su mirar melancólico por los tupidos prados
que resbalaban por las laderas del valle, mientras arreaba sus ganados[1].
Leyenda mitologica
0.100.3 anonimo (asturias) - 010
[1] Cr. LLANO, A.. Del fólklore asturiano, Madrid 1922, pp.
97-98. En la parroquia de Santiago de Albandi, en Carreño, existe un lugar con
la denominación de la \ana. HaN también fuente de las Xanas. Según la tradición
oral recogida por Marino Busto, había aquí carias xanas que, no conformes con
cuidar del secado de sus ropas, se pre-ocupaban igualmente por las de las
vecinas cuando algunas noches las dejaban al sereno. Se dio el caso que al ir
las dueñas a recogerlas en la mañana las hallaban secas y dobladas, a pesar de
estar el césped mojado. De una de estas xanas llegó a enamorarse perdidamente
un ciudo del lugar, padre de tres niños. Una noche de cortejo. mientras sus
padres acunaban al menor de los hijos, dieron en cantarle:
«To madre
te espera,
lo padre te
llama;
tos neños
tan solos
lo con la
xana...»
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