Hoang, el padre de todos los dioses, había organizado
su imperio celeste. Sentado en su trono, tenía a la derecha la Estrella del Sur y a la
izquierda la Estrella
Polar y, viendo su creación, decidió darse una vueltecita por
la Tierra en
compañía del Genio del Sol.
Durante el paseo, el Genio le dijo a Hoang que la
Tierra le parecía fea, tan amarillenta, que debería hacer algo para
embellecerla.
Éste, admitiendo que el Genio tenía razón, llamó a su
ayudante Kim, y le ordenó que arrojase un haz de hierbas sobre los valles, brizna
a brizna, y dos granos de arroz que se multiplicarían por mil veces mil.
Después, é se encargaría de poblar la Tierra con hombres y animales. Kim,
galopando sobre el arco iris, arrojó torpemente las hierbas, todas de una vez,
y la Tierra se convirtió en una inmensa bola verde. Luego arrojó uno de los granos
de arroz y se comió el otro. Hoang, que todo lo ve, advirtió lo mal que Kim ho había
hecho...
-Has estropeado mi mejor y más hermosa obra, Kim.
Ahora la Tierra es una bola de hierba y difícilmente podran encontrar en ella
alimento los hombres y los animales.
Por tanto, crearé un nuevo animal, el búfalo: a él le
otorgaré tu rostro y estará animado por tu espíritu vago. Y a ti, por tu desinterés,
te condeno a comer la hierba de la Tierra hasta que la liberes de ella.
Kim quiso contestar, pero en ese momento empezó a
mugir y se puso a cuatro patas: era el primer búfalo.
El padre de los dioses, satisfecho una vez más con su
obra, aún le indicó al animal:
-Si quieres reparar tu culpa hacia el hombre, tendrás
que trabajar la Tierra para obtener de ella su alimento, seréis tú y tus hijos
quienes arrastréis sus carros para ganaros el sustento.
Estas fueron las palabras del padre de los dioses y el
motivo de la existencia de los búfalos. Desde aquella remota época, estos anima-les
rumian hierba y pisan los arrozales tirando de los carros.
999. anonimo leyendas
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