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domingo, 2 de septiembre de 2012

Juan linterna

Había una vez un herrero aficionado al aguardiente. Un día se presentó en su taller un hombre al que apodaban el Malo, que venía a llevárselo. Pero tanto suplicó el herrero que el Malo cedió: volvería a buscarlo al año siguiente y, además, le concedía dos dones que le permitirían algunas ventajas. Primero hechizó una silla, para que quien se sentara no pudiera levantarse hasta que el herrero le diera permiso, y después hechizó su martillo, para que quien lo tomara no pudiera dejar de golpear hasta que el herrero lo consintiera.
Pasó el año y volvió el Malo. El herrero fingió hallarse ocupado y le rogó:
-Por favor, siéntese hasta que termine, que es urgente y no quiero dejar nada pendiente.
El Malo, sin darse cuenta de la trampa, tomó asiento en la silla encantada y no pudo levantarse de ella hasta que le prometió al herrero que se ausentaría un año más.
Al cabo de aquel tiempo regresó el Malo a cumplir con su propósito de llevarse al herrero. Otra vez fingió el herrero estar muy ocupado y, en esta ocasión, cambió de táctica y le pidió al visitante que, por favor, le ayudase para terminar con su trabajo antes de marcharse.
El Malo, que era bastante simplón y no poco tonto, empuñó el martillo hechizado y tuvo que estar golpeando hasta que el herrero le libró de la tarea, tras hacerle prometer que esperaría un año más para llevárselo
Sin duda, el herrero había aprendido bien cómo retrasar el momento...
Pero pasado el tercer año, volvió el Malo a por el herrero. Éste suplicó y lloró de nuevo, pero no le sirvió de nada y el Malo lo metió en un saco y se lo llevó. De camino, el Malo se detuvo a comer y, al sentarse a la mesa, metió el saco debajo, ocasión que aprovechó el herrero para escaparse y poner a un animal en su lugar.
Después de comer, el Malo siguió con su saco.
Cuando llegó a su hogar, al abrir el saco, en lugar de salir el herrero salió un enorme perro que le dio un gran susto.
El día que murió el herrero y se presentó en el cielo, no le dejaron entrar. Bajó entonces al infierno y, en la puerta, se encontró con el Malo que le dijo:
-Aquí no entras, pues te burlarías de mí -y dicho esto, le cerró la puerta.
Desde entonces, el herrero vaga del cielo al infierno y viceversa. En su viaje, se le ve brillar y por eso le llaman Juan Linterna.

999. anonimo leyendas

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