El zorro sagaz entendió que los hombres debían
modificar su aspecto, quitándose las alas y las plumas. El jefe Tuyango, con
sus rojas plumas, fue el primero en oponerse. Manifestó su preocupación de
llegar a lucir muy pequeños si se despojaban de ellas y recordó que su
fisonomía era producto de la decisión de su creador. Agregó, con desconfianza,
que para el zorro, adaptado a la locomoción terrestre, su decisión no
representaba ningún cambio.
Los hombres no cambiaron el aspecto de sus cuerpos
pero sí sus costumbres. Suspendieron el uso de las calabazas para evitar la
fallida reproducción y entonces las mujeres concibieron seres humanos que
crecieron alimentándose de la leche materna.
Chiiquí les aconsejó que cuidaran el fuego porque se
había tornado escaso. Las mujeres lo habían traído y perdido en manos de los
hombres, acto que les modificó la vida.
El poder del carancho también le permitió eliminar a
aquellos hombres o mujeres que se alimentaban de humanos. Chiiquí comenzó a
infundir confianza en todos porque los protegía, y era bien recibido cuando
llegaba luciendo su poncho de colores. Sin embargo, algunos tobas continuaron
transgrediendo la norma que prohibía el canibalismo y unas pocas mujeres que
estaban menstruando probaron comida que no debían. En consecuencia, todos estos
se convirtieron en monstruos.
056. anonimo (toba)
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