En el comienzo de los tiempos los indígenas
disfrutaban un pleno bienestar, con un clima muy apacible y se desconocían los
fenómenos meteorológicos responsables de los cambios ambientales. Naktä Noón
era la representación del bien, a quien se agradecía mediante diversas
demostraciones el mante-nimiento de este contexto de armonía.
Nahuet Cagüen, la figura del mal que vivía en las
tinieblas, decidió calmar su ira a través de una expresa venganza: creó las
bajas temperaturas, los fuertes vientos y las lluvias incesantes bajo la imagen
de Nomaga, el invierno.
Una vez finalizada su obra, se jactó ante el pueblo
toba y les aseguró que padecerían el frío hasta que muriesen. Refiriéndose a la
tarea de Nomaga, les auguró sufrimiento. Además, les prometió que el sol
dejaría de brillar en su tierra, y el cielo se cubriría por nubes perpetuas.
Por esto mismo, la natura-leza perdería energía e iniciaría una lenta agonía,
producto del helado y perjudicial invierno.
Los tobas comenzaron a llamar a Naktä Noón, entre
gritos desesperados, para que los abrigara con su calidez y detuviera la acción
del mal. Los cuatro representantes predilectos más escuchados fueron: el palo
borracho, la planta del patito, el picaflor y la pequeña viuda; a ellos
encomendaron la tarea de suplicarle al bien que esparciera calor sobre la
tierra.
Ya informado de esto, el bien los transformó en la
flor del algodón, gualok. Concentró
allí cada uno de los destacados atributos de los representantes.
Bajo el cielo al fin despejado, la flor gualok llegó a la tierra y se abrió
lentamente. Los tambores comenzaron a resonar y las semillas iniciaron su viaje
llevadas por el viento. El ciclo de la naturaleza retomó su vigor, nuevos
algodonales nacieron, nuevas semillas se esparcieron. Infinitamente se repitió
hasta cubrir completamente de blanco la tierra toba. La suave hebra del algodón
se transformó en túnicas blancuzcas, tejida en el telar de urunday [1] Los tobas las colorearon y con ellas cubrieron sus cuerpos; los cantos
inundaron el aire para agradecer la protección de Naktä Noón.
Derrotado y enfurecido, Nahuet Cagüen se abalanzó
como una nueva adversidad y se convirtió en la lagarta rosada, plaga maldita
del algodón.
056. anonimo (toba)
[1] Árbol
dicotiledóneo cuya madera rojiza se emplea en la fabricación de muebles,
telares y embarcaciones.
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