Ra, el dios sol, el soberano del universo, tuvo una
hermosa hija llamada Nut, la diosa del cielo. Una profecía decía que el hijo de
Nut se convertiría en el dios de los hombres y llegaría a ser más poderoso que
el mismo Sol. El gran Ra decidió que ese niño nunca debía nacer y por eso trató
de impedir que su hija se casara. Pero ni siquiera entre los dioses del Antiguo
Egipto, los padres mandaban sobre el corazón de sus hijas. Contra la voluntad
de Ra, la hermosa Nut
se enamoró de Geb, el dios de la tierra.
Furioso al enterarse, Ra maldijo a Nut y le prohibió
tener hijos en ninguno de los trescientos sesenta días del año, ni de día ni de
noche. (En esa época los años tenían cinco días menos que ahora).
Nut estaba desesperada. Ella quería tener hijos. Pero,
¿cuándo? La orden del dios sol debía ser cumplida. Entonces le pidió ayuda a su
amigo Tot, el dios de la sabiduría.
A Tot se le ocurrió una gran idea. Decidió desafiar a
la diosa luna a una partida de dados. Las apuestas eran cada vez más altas y
Selene, la luna, iba perdiendo.
-No juego más, ya perdí todo -dijo Selene.
-¡Claro que no! Puedes recuperar todo lo que te gané
apostando solo un poquito de tu luz -le propuso Tot.
Selene se sintió tentada... y como Tot volvió a ganar,
no le quedó más remedio que pagar su apuesta. Por eso, desde entonces la luna
se achica cada mes y después vuelve a crecer: es que perdió, jugando a los
dados, la luz que necesitaba para ser siempre luna llena.
Tot juntó todos los pedacitos de luz que le había
ganado a Selene, formó cinco días completos y brillantes y los puso justo
después de que el año terminara, pero antes de que empezara el año siguiente.
Así consiguió que esos cinco días no formaran parte de ningún año, y la pobre Nut los pudo usar
para tener a sus hijos sin desobedecer a su padre.
Desde entonces, los egipcios festejaron el nacimiento
de los dioses en esos cinco días sagrados, a los que consideraban fuera del
año.
0.034.3 anonimo (egipto) - 059
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