El Chajá es un
ave zancuda del sur de Sudamérica, en especial de Argentina. Su cuerpo de
regular tamaño, está recubierto por plumas de color gris plomizo. En su cuello
una línea de plumas negras forma un collar, y dos manchas blancas se destacan
en el dorso. Sus alas están provistas de espolones, y luce un copete en la nuca. Habita en
lugares húmedos, pantanosos o en las orillas de ríos o arroyos. Entra al agua,
pero no sabe nadar.
Sólo se los
caza vivos y en pareja, pues si así no se hiciera, el animalito moriría al ser
separado de su compañero.
Es tal el
cariño que se profesan entre sí los que forman cada pareja, que si uno se
enferma, el otro no se aparta de su lado y trata de auxiliarlo en todo momento
con mucho cariño. Si llega a morir, no es extraño que al poco tiempo muera el
otro también.
Construyen el
nido ayudándose los dos, y cuando llega el momento de empollar, lo hacen
también los dos alternativamente. Una vez nacidos los polluelos, ambos se encargan
de ellos: la hembra los cuida y el macho les proporciona alimento y los
defiende.
Es un ave
vigilante, y a la menor señal de peligro, levanta el vuelo y grita:
"Chajá!" o "Yahá". De este grito se ha tomado el nombre con
que la distinguimos.
Vuela a gran
altura describiendo círculos y puede mantenerse mucho tiempo en el aire.
Persigue a las aves de rapiña, siendo por ello una excelente guardiana de
gallineros y rebaños, reemplazando muchas veces al perro.
Se domestica
con facilidad, llegando a reconocer a su amo y a las personas de la casa.
El hombre no la
persigue para comer, pues su carne no es comestible. Al cocinarla se
transforma, en su mayor parte, en espuma.
De aquí el
dicho "Pura espuma como el chajá".
037 anonimo (guarani)
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