Esta es una historia de amor. Sucede entre una chica
que salía todas las tardes a disfrutar del aire fresco en su balcón, y Yunus,
su enamoradísimo vecino. Yunus pasaba horas enteras en Babia, disfrutando de
cada pequeño movimiento, cada reflejo de sol en los ojos de la chica que le
quitaba el sueño. Por supuesto, la chica sabía que Yunus estaba ahí, y de hecho
también estaba enamorada en secreto, pero su sueño era que un día él se
acercara a sus padres y pidiera su mano.
Pasaron las tardes y los meses, hasta que finalmente
Yunus tomó el coraje necesario y se dirigió hacia su vecino, el padre de la
chica.
-La paz sea contigo, querido vecino. Tengo algo que
decirte.
-Que la paz sea contigo, amigo. Dime qué necesitas.
-Verás. De un tiempo a esta parte creo que me he enamorado
de tu hija.
-¡Alabado sea Dios! ¡Me alegra tanto oír eso! -contestó
el hombre con sincera alegría. Creo que de todos modos hay algo que deberías
saber.
-¿Ella no me ama? -dijo Yunus, espantado.
-¡No, no! Estoy seguro de que sí. El problema es otro.
-¿Cuál es el problema, querido vecino? Dímelo de una vez,
por favor.
-Mi hija tiene muy mal carácter.
-¿Ése es el problema?
-Sí. Pero no estamos hablando de un poco de mal carácter,
estamos hablando de un serio problema de actitud. Es casi imposible hablar con
ella sin que te insulte o te grite alguna maldición.
-¡Caramba! -dijo Yunus un tanto preocupado. ¿Y crees
que eso tendrá solución si la trato con el cariño y el respeto que se merece?
-No lo creo así. Tengo la impresión de que existe una
sola forma de arreglarlo.
-¿Y cuál es esa forma?, si puedo preguntar...
-Debes ir hasta la fuente de la dulzura robar tres
gotas y colocarlas en una pequeña botella encantada en la que sólo entren éstas.
luego tu futura esposa deberá beberlas, y su carácter será mucho más tranquilo
y agradable. Debes preguntarle a la anciana que pide limosna en las escaleras
de la mezquita. Ella sabe dónde puedes encontrar la fuente. Aunque en realidad,
no sé si vale la pena que te tomes tantas molestias por una mujer.
-Querido vecino, estoy muy enamorado de tu hija. Haré
cualquier cosa con tal de estar con ella.
Y sin decir más, partió en busca de la fuente. Primero
compró una botella tan pequeña como para que entraran tan sólo tres gotas, y
luego se encontró con la anciana en las escaleras de la mezquita.
-¿Dónde está la fuente de la dulzura? -le preguntó,
mientras dejaba una moneda en su mano.
-Debes caminar siete días hacia el este y siete días
hacia el sur. Ahí encontrarás el río. Crúzalo y llegarás al país en el que vive
un gigante. Pregúntale. Él te dirá lo que quieres saber.
Yunus viajó tal como se lo había indicado la anciana,
y al llegar al río se encontró con el hombre de la barca que ayudaba a
cruzarlo.
-¿Sabes dónde vive el gigante? -le preguntó Yunus.
-En esa dirección -contestó el hombre de la barca,
tiene una cueva entre los montañas. Pero trata de ser muy educado cuando le
hables, ya que es capaz de aplastarte con sus puños.
Yunus caminó tanto que llegó agotado. Se tiró a descansar
sobre unas rocas y se quedó dormido. Al despertar, se dio cuenta de que el
lugar donde se había recostado era la palma de la mano del gigante.
-¡Vaya, vaya! ¡Pero si es un pequeño mortal en la
palma de mi mano! ¿Qué es lo que quieres?
-Noble gigante, que la paz sea contigo -dijo Yunus,
muy educado. He venido a preguntarte dónde puedo hallar la fuente de la
dulzura. Tan sólo necesito tres gotas para curar el mal carácter de la chica de
la que estoy enamorado.
-¡Ja, ja, ja! ¡Ésa es una buena razón para buscar la
fuente! -rió el gigante, de buena gana. Si no me hubieras hablado tan bien, te
hubiera aplastado con mi dedo meñique. Pero te dirigiste a mí con respeto, y
por eso voy a darte lo que necesitas. Aquí, dentro de mi cueva, hay un pasaje
secreto custodiado por un dragón de tres cabezas. Debes decir: "En nombre
de Sulimán, hijo de David, ¡déjame pasar!". Y el dragón te dejará
acercarte a la fuente.
Yunus se aproximó a la cueva bajo la atenta mirada del
gigante y se adentró por el pasaje secreto. Le temblaban las piernas, y para
darse ánimos, recordaba el reflejo del sol en los ojos de su hermosa vecina.
Al final del pasaje, un dragón de tres cabezas lanzaba
fuego por su nariz y olfateaba el aire, dándose cuenta de que alguien se estaba
acercando.
-¡En nombre de Sulimán, hijo de David, déjame pasar!
Al oír estas palabras, el dragón se hizo a un lado y lo dejó pasar.
Tras caminar un largo rato, Yunus encontró, al fin, la
fuente de agua. Sentada junto a ella, una hermosa hada recogía agua con una
jarra.
-Que la paz sea contigo, mortal -le dijo el hada con
voz dulce. Acércate, yo llenaré la botella para ti.
El hada llenó la botella y se la entregó. Antes de que
Yunus pudiera besar sus manos en agradecimiento, el hada desapareció.
Llegó hasta la puerta de entrada, cansado como nunca,
y le mostró al gigante su pequeña botella.
-¡Muy bien, muy bien! ¡Ja, ja, ja! ¡Pero ahora no
puedes irte!
-¿Cómo? -gritó Yunus.
-Has venido, has tomado lo que necesitas, y ahora
debes pagar. Trabajarás para mí durante todo un año, y cuando termines, enton-ces
sí podrás partir.
Yunus pensó que no tenía sentido discutirle a un gigante
que podía aplastarlo con la yema de un dedo, así que aceptó las condiciones y
trabajó duramente para el gigante durante todo un año. Ordeñaba las cabras,
preparaba la comida, limpiaba las sábanas y la ropa, y lavaba los platos todos
los días. Al terminar el año, el gigante estaba tan contento que le regaló una
bolsa de oro y lo despidió con los mejores augurios.
Cuando el vecino lo vio llegar, le dijo:
-¡Mi querido amigo! ¿Qué te había pasado? ¡Estábamos
tan preocupados por ti!
Yunus le contó todo lo que había sucedido, y le
entregó la botella con las tres gotas de la fuente de la dulzura. Como no
quería perder más tiempo, fue hasta su casa y se vistió de fiesta. Esa misma
noche sería la boda.
Tras la ceremonia, Yunus quitó el velo del rostro de
su esposa y vio que era aún más hermosa de lo que él había soñado.
-Querida esposa, cuántas maravillas que hay en este
mundo, Dios sea bendito -dijo Yunus, con una gran sonrisa. Si yo no hubiera ido
a buscar aquellas gotas a la fuente de la dulzura, quién sabe dónde estaríamos
esta noche.
-¿Qué gotas? -preguntó su esposa.
-Las que hicieron que tu voz suene tan dulce como
ahora.
-No sé a qué te refieres. Mi voz ha sido siempre así.
-¡Pero tu padre me dijo que tu carácter era tan malo,
que sólo tres gotas de la fuente de la dulzura podían calmarlo!
La hermosa muchacha comenzó a reír. A pesar de que era
hermoso para Yunus verla así, quiso saber qué era lo que le causaba tanta
gracia.
-¡No era yo la que tenía mal carácter -le dijo, sino
mi querida madre! Mi padre estaba atormentado por sus insultos y maltratos.
Alguien le contó acerca de las gotas, y él decidió que quien fuera a pedir mi
mano se encargaría primero de encontrarlas. De esa forma mi madre se curaría y
mi padre se salvaría de ir a la tumba demasiado pronto.
Entonces él rió también, y agradeció que al menos
ahora tendría una suegra de buen carácter. Yunus y su esposa fueron tan felices
juntos, que nunca jamás tuvieron ni un solo choque de palabras.
Fuente: Azarmedia-Costard
- 020
0.182.3 anonimo (arabia) - 020
No hay comentarios:
Publicar un comentario